La Vida Cristiana
Romanos 12, 1-3, 6, 8 Les ruego pues, por la misericordia de Dios, que se entreguen ustedes mismos como sacrificio vivo y santo que agrada a Dios: éste es nuestro culto espiritual. No sigan la corriente del mundo en que vivimos, más bien transfórmense por la renovación de su mente. Así sabrán ver cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto.
No se estimen demasiado a sí mismos, sino dentro de lo prudente, y que cada cual sea consciente del lugar que Dios le ha señalado.
Así pues, sirvamos cada cual con nuestros diferentes dones.
Asimismo, debes dar con la mano abierta, presidir con dedicación, y en
tus obras de caridad, mostrarte sonriente.
Entregarte a Dios libremente sin reservas ni temores, para estar dispuesto y disponibles para el
cumplimiento de sus planes en tu vida, para el bien de los de los demás. Debes
ser genuino sin seguir la corriente del mundo. Mantenerse firme en lo que se
cree, en la sana doctrina basada en la verdadera fe y Santa Palabra de Dios. Buscar las cosas del cielo
y no las de la tierra.
Con firmeza denunciar el mal donde quiera que se encuentre, sin ser arrogantes agresivos, amargados o pesimistas, si no con la ternura y delicadeza del espíritu. Mantener un espíritu alegre y un rostro sonriente, sirviendo al prójimo de acuerdo a nuestras capacidades y dones recibidos a través del Espíritu Santo. En el obrar de cada día tener el corazón y la mano abierta para dar con generosidad, humildad y sobre todo con amor.
Con vocación genuina y dedicación, guiar a los demás a tener una conversión
que los lleve a una renovación y transformación de su mente, corazón y
espíritu, a una visión de su existencia
y al despertar de su conciencia
al cumplimiento de su
propósito en la vida.
María Díaz RN.MSN / Coach de Vida
Martes 18 de Abril de 2006
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