El Padre nuestro: Patrón y Plenitud de Oración para
Alcanzar Victorias.
Jesús enseño
y estrego a sus discípulos el Padre nuestro como la oración perfecta. La misma
se compone de invocación y peticiones que cubren cualquier necesidad que pueda
tener la persona. La invocación la realizas cuando levantas tu mirada, elevas
tu espíritu y te diriges al Padre que está en los cielos en clamor y alabanza
santificando su Nombre. Las peticiones las haces a medida te vas adentrando y
profundizando en la oración.
Es importante
y necesario realizar este patrón de oración diariamente lo más temprano posible
en la mañana, para que así comiences el día en bendición y bendiciendo a los demás.
Esta oración ha de convertirse en algo natural y constante, ya que a través de
ella se destruye cualquier fuerza espiritual que obre en contra de nosotros. Adema
se obtiene una cobertura de protección espiritual alrededor nuestro que previene
e impide de caer en las trampas y engaños del enemigo maligno.
Padre nuestro
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre; venga
a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos
hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal. Amén.
Patrón de Oración
1. Padre nuestro, que estás en los cielos,
Toda oración siempre ha de ser
dirigida al Padre. El que podamos dirigirnos a Dios y llamarlo Padre en un
privilegio grande y maravillo.
El Padre que está en mí, es el que hace sus obras. Y
todo lo que pidan en mí Nombre, lo hare yo, para que el Padre sea glorificado
en su Hijo. (Juan 14, 10, 13)
2. Santificado sea tu nombre.
El nombre de Dios es
santificado cuando se le reconoce conforme a su riqueza, esplendor y
generosidad. Es santificado también cuando recibe nuestra acogida, respondemos
a su llamado y a través de la oración le
alabamos y adoramos en espíritu y en verdad.
Toda oración se ha de hacer
con espíritu de adoración. Has de alabarle desde lo profundo de tu ser, con
todo tu corazón, tu alma y tu espíritu. Ora a Dios con alabanza y acción de
gracias. Ve continuamente a la presencia de Dios ofreciéndole un sacrificio de
alabanza dándole gloria y honor y expresándole tu amor y agradecimiento por
cuanto te da y hace por ti a través de su gracia y misericordia.
Pero llega la hora, y estamos en ella, en que los
verdaderos adoradores adoran al Padre en espíritu y en verdad. Son los
adoradores a los que busca el Padre. (Juan 4, 23-24)
3. Venga a nosotros tu reino.
El Reino de Dios, es uno de amor, paz, perdón,
compasión, igualdad, alegría, verdad y justicia. Para buscar el Reino de Dios,
primero debemos dirigir nuestra mirada a Dios. Dirigirnos a Él y pedirle que
limpie y purifique nuestro corazón y espíritu, que restaure y renueve nuestra
vida y nos libere del egocentrismo.
Una vez hemos aceptamos a Jesús en nuestra vida, y
somos transformados por su amor, conocemos su misericordia, no guiamos por su
Santa Palabra, y dejamos a un lado nuestra seguridad, comodidad y porvenir,
entonces es que reconocemos lo que realmente tiene valor, El Reino De Dios.
Esto nos lleva a arriesgarse por lo verdadero sacrificando vanos intereses y luchar por la justicia, la
verdad, la paz y el amor, no importando los riesgos que esto conlleve. Esta
lucha por lo noble, lo verdadero y lo justo es lo que nos lleva a buscar el
Reino de Dios.
Ora pidiendo que el reino de paz, amor, verdad y justicia de Dios venga y se establezca
sobre toda la humanidad y también sobre ti y tu familia, para que se pueda
vivir en confraternización y sana convivencia en un recto obrar. Ora, clama y
pide por la conversión y salvación de los viven alejados de Dios, por los
pecadores, y también por tu salvación y verdadera conversión y la de toda tu
familia. Clamar y orar para que surjan predicadores que prediquen la Palabras
de Dios y la lleven a aquellos que no la conocen. Ora por la evangelización a
nivel mundial
Busquen primero el Reino y la justicia de Dios y esas
cosas vendrán por añadidura. (Mateo 6, 33)
4. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Nuestros acontecimientos de la vida diaria tienen que
someterse a la voluntad de Dios. No importa lo que sea, lo que se viva o por lo
que se ore, todo ha de someterse a la voluntad divina, para que se pueda
realizar conforme al plan de Dios. Tanto en nuestra vida diaria, como en
nuestra vida de oración no se tendrá ninguna ganancia ni victoria a no ser que
se renuncie a la voluntad personal y nos rindamos por completo a la voluntad de
Dios. Hay que despojar nuestra voluntad de todo apego que nos aleja y separa de
la voluntad divina, e impide el obrar de Dios. El apego también a nuestras
oraciones impide que Dios las pueda contestar. Solamente hay que orar, entregar
a Dios nuestra oración en actitud de confianza y humildad, y el obrará.
Orar y clamar para que la voluntad de Dios se haga en
tu vida. Ora para que a través de las situaciones y circunstancias de la vida
diaria puedas identificar cual es la voluntad de Dios y seas obediente a la
voluntad divina.
Debes de hacer esta oración diariamente, “Padre que se
haga tu voluntad” Hay momentos que no se puede hacer otra cosa que querer que
se haga la voluntad del Padre. En esos momentos esta oración es más eficaz y poderosa que cualquier otra.
Padre, sí esta copa no puede
ser apartada de mí sin que yo la beba, que se haga tú voluntad.” (Mateo 26,39)
5. Danos hoy nuestro pan de cada día.
El que espera de Dios no “su”,
sino nuestro pan, hará uso de toda su iniciativa y realizara todo esfuerzo y
empeño para trabajar por lo útil. Es un llamado a depender diariamente de Dios
para ser alimentados espiritualmente con el pan Palabra y así fortalecidos
empezar cada día, deseando primero el pan espiritual y así el pan material te
será dado sin falta.
Orar por las necesidades de
los necesitados de pan material y espiritual. Por los pobres, marginados, los
que no tiene techo ni pan material, por lo enfermos, por los presos, las viudas
en necesidad, por los alcohólicos, los están en vicios de drogas, por los
desempleados. Por los ricos para que aprendan a compartir sus riquezas. También
ora por tus necesidades y las de tu familia. Ora para que tú, tu familia y el
prójimo siempre sea honrado en la
búsqueda de pan material y en la satisfacción de sus necesidades.
No solo de pan vive el hombre, sino de todo lo que
sale de la boca de Dios. (Deuteronomio
8, 3)
6. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden.
Perdón es mediante
un acto de humildad comprometerse por el propio interés, con el pensamiento de
querer lo mejor y desearle bien a la persona que causo daño. Es aceptar la
responsabilidad de perdonar, identificando las razones que te impiden perdonar,
para poder comprender a la otra persona, y de esta manera eliminar el pasado de
tu vida.
En toda situación en que seas perjudicado, no tomes
venganza ni maltrates al que te hirió injustamente, por el contrario enséñalo
por medio del perdón y del amor. Responde ante el que te trata mal con palabras
amables y cariñosas. Ten para ella pensamientos de bien, y si se te presentará,
la oportunidad de ayudarla y defenderla en alguna ocasión, no dudes ni vaciles
en hacerlo. Además en lo secreto de tu corazón ora por ella y pídele al
Espíritu Santo que la transforme y la llene de amor.
Ora por todos
los que te han difamado, calumniado, he tan causado algún mal o daño. Pídele a
Dios que los puedas mirar y tratar con amor, y compasión. Pide a Dios perdón en
nombre de aquellos que cometen faltas y pecados y hacen daño a los demás.
También ora por ti y pídele a Dios que te perdone por alguna falta, pecado y/o
por algún mal o daño que has causado a alguien.
Perdona los errores de tu prójimo y así, cuando lo pidas se te
perdonaran los tuyos (Sirácides 28, 2)
Queda bien claro que si ustedes perdonan las ofensas de los hombres,
también el Padre celestial los perdona.
(Mateo 6, 14-15).
7. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Orar y clamar diariamente por protección divina pidiendo la fortaleza y
perseverancia para vencer las situaciones difíciles de la vida diaria y ser
liberados de las ataduras, confusiones y tentaciones con que nos hostiga el
enemigo de las almas, e impiden que nos unamos a Dios. Orar para que seas protegidos
de caer en tentaciones, y liberado de todo mal, hagas a Dios presente en toda tu
vida, lo tengas siempre en tu corazón y espíritu y le sirvas con libertad de
espíritu, y así el enemigo no tenga entrada a tu vida. También ora por los demás
para que no caigan en tentación y sean librados del mal.
Levántense y oren para que no
caigan en la tentación. (Lucas 22, 46)
María Díaz, MSN .Coach de Vida y Mediadora