Lucas 1, 42
Bendita tú
eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
Lucas 2, 22-23
Asimismo,
cuando llego el día, en que, de acuerdo a la Ley de Moisés, debían cumplir el
rito de la purificación de la madre, llevaron el niño a Jerusalén. Allí lo
consagraron al Señor.
Reflexión
Ya no hay
consagración ya no se consagran los hijos a Dios. Hay que volver a la
consagración y presentación de los hijos a Dios para que sean guardados y
liberados del mal. Hay que consagrarlos desde el vientre de mamá. Hay que
bendecir y ungir a las embarazadas.
Consagremos cada mujer embarazada y oremos por
ellas a la distancia, con fe y esperanza.
Consagremos los
frutos de estos vientres al Espíritu Santo y oremos para que desde el vientre
de mama sientan el llamado del Espíritu Santo a hacer el bien y a caminar en
amor, justicia, paz y verdad.
Consagremos
estos hijos por nacer, y vamos a presentarlos ante el trono de la gracia
divina, para que desde el vientre de mamá sean ungidos, bendecidos y nos los alcance
ni toque la maldad que arropa el mundo.
Consagremos
a los jóvenes y oremos para que se inquieten a mirar hacia lo alto y puedan
encontrar la luz divina que ilumina su mente y sus corazones y los guíe por el
camino del bien.
Consagremos
a los jóvenes y oremos para que Dios llene sus corazones y nazca en ellos el
amor puro y verdadero que los conduce por el camino de bondad, piedad,
compasión, respeto por bienes ajenos y sobre todo respeto por la vida.
Consagremos
a los jóvenes y oremos para que los cubra y los guarde la protección divina y sean
liberados de toda opresión y atadura de maldad.
Consagremos
a los jóvenes y oremos para que reconozcan su gran valor, se amen y se estimen
a sí mismo, y reconociendo su valor sepan cuán importante es su lugar en la
sociedad, un lugar de construcción de valores en pro de la paz y del bien
social.
Por todo
esto y muncho más consagremos los jóvenes a Dios. Amén
María Díaz. MSN
Enfermera y
Coach de Vida
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