Entonces
Jesús salió y se fue, como era su costumbre, al cerro de los Olivos; y lo
siguieron también sus discípulos. Cuando llegaron al lugar, les dijo: “Oren,
para que no caigan en la tentación.”
Después se
alejó de ellos como a la distancia a la que uno tira una piedra, y doblando
rodillas, oraba diciendo: Padre, si quieres aparta de mí esta prueba. Sin
embargo, que no se haga mi voluntad sino la tuya.
Reflexión
Oración de
poder, abandono y confianza en las manos del Padre.
Hay que
tener fuerza de voluntad y sobre todo fe al hacer esta oración. No es querer
verse libre de la prueba, sino enfrentarla con valentía y someternos a la
voluntad divina para que se manifieste en nosotros el Magnífico Poder Supremo.
Es dejar a Dios obrar, para que él pueda llevar a cabo sus planes en nuestra
vida. Es someterse por completo todo nuestro ser, nuestros planes y nuestra
vida al Padre Celestial.
Es vencer la
tentación diciendo si, hágase tu voluntad, sin importar las circunstancias, los
eventos y experiencias que estemos viviendo. Es dejarse arrastrar por la fuerza
de su espíritu sin importar a donde nos pueda llevar. Al final todo resultara
en bendición, crecimiento y madurez que nos capacitara para sobrellevar todo lo
que acontezca en nuestra vida, obteniendo a si la victoria.
En cualquier
situación o prueba en que encontremos, sí hacemos esta oración, la prueba será
más llevadera y menos pesada, porque no hacemos resistencia, sino que nos entregamos,
abandonamos y sometemos a la voluntad del
Padre con confianza. Esta oración nos lleva a una victoria segura.
Debemos de
hacer esta oración diariamente, “Padre que se haga tu voluntad” Hay momentos
que no se puede hacer otra cosa que querer que se haga la voluntad del Padre.
En esos momentos esta oración es más eficaz
y poderosa que cualquier otra.
María Díaz MSN
Coach de
Vida y Mediadora
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