"No hay
amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos"(Jn 15, 13).
San Maximiliano
Kolbe. Caridad, Generosidad y Entrega
Nació el 8 de enero de 1894, en Zduńska Wola, en esas
fechas parte del Zarato de Polonia, reino sometido al Imperio ruso,
y fue bautizado con el nombre de Rajmund (en castellano:
Raimundo).
Siendo niño realizó una travesura que su mamá le reprochó. Tiempo
después, la madre vio que el pequeño Kolbe había cambiado de actitud y que
frecuentemente oraba llorando ante un pequeño altar.
El niño le dijo:
“Mamá, cuando me reprochaste, pedí mucho a la Virgen que me dijera lo que sería
de mí. Lo mismo en la iglesia, le volví a rogar. Entonces se me apareció la
Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja. La blanca
significaba que perseveraría en la pureza y la roja que sería mártir. Contesté
que aceptaba las dos. Entonces la Virgen me miró con dulzura y desapareció”.
Un domingo en una homilía oyó decir al predicador que los padres franciscanos iban a abrir un seminario.
A los 13 años ingresó en el
Seminario de los padres franciscanos
Fue en el seminario donde adoptó
el nombre de Maximiliano en virtud de Maximiliano de Celeia y de María, madre de Jesús. Finaliza sus estudios en Roma y en 1918 es ordenado sacerdote
Dedicó su vida a promover la
veneración a la Virgen y en especial a su Inmaculado Corazón. En 1918 fue ordenado sacerdote, más un año antes, fundó con otros seis hermanos franciscanos conventuales
la asociación Milicia de la Inmaculada
Durante la Segunda Guerra
Mundial, los nazis invadieron Polonia y bombardearon la Ciudad de la Inmaculada, llevándose
prisionero al padre Maximiliano y a todos sus colaboradores.
La noche del 3 de agosto de 1941,
un prisionero de la misma sección a la que estaba asignado San Maximiliano
escapa; en represalia, el comandante del campo ordena escoger a diez
prisioneros al azar para ser ejecutados. Entre los hombres escogidos estaba el
sargento Franciszek Gajowniczek, casado y con hijos. para ser ajusticiados en
represalia por el escapado. Cuando Franciszek salió de su fila, después de
haber sido señalado por el coronel, musitó estas palabras: «Pobre esposa mía;
pobres hijos míos».
Maximiliano
Kolbe, afectado por una tuberculosis desde bastante antes, estaba cerca y lo
oyó. Enseguida, dio un paso adelante y le dijo al coronel: «Soy un sacerdote
católico polaco, estoy ya viejo. Querría ocupar el puesto de ese hombre que
tiene esposa e hijos».El oficial nazi, aunque irritado, finalmente aceptó su
ofrecimiento y Maximiliano Kolbe, que tenía entonces 47 años, fue puesto,
junto con otros nueve prisioneros, en ayuno obligado para que muriera. Los diez
condenados fueron recluidos en una celda subterránea el 31 de julio de 1941.
El comandante del campo acepta el
cambio, y San Maximiliano es condenado a morir de hambre junto con los otros
nueve prisioneros. Diez días después de su condena y al encontrarlo todavía
vivo, los nazis le administran una inyección letal el 14 de agosto de 1941.
Es así como San Maximiliano María
Kolbe, en medio de la más terrible adversidad, dio testimonio y ejemplo de
dignidad. En 1973 Pablo VI lo beatifica y en 1982 Juan Pablo II lo canoniza
como Mártir de la Caridad.
San Maximiliano nos legó su
concepción de la Iglesia militante y en febril actividad para la construcción
del Reino de Dios. Actualmente siguen vivas obras inspiradas por él, tales
como: los institutos religiosos de los frailes franciscanos de la Inmaculada,
las hermanas franciscanas de la Inmaculada, así como otros movimientos
consagrados a la Inmaculada Concepción. Pero sobre todo,
San Maximiliano nos
legó un maravilloso ejemplo de amor por Dios y por los demás.
Referencias:
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