Caminas hacia
Dios cuando:
Le entregas tu voluntad para que el pueda obrar en ti
Te pones bajo el dominio y autoridad de su poder.
Tus pensamientos se ponen en armonía con sus
pensamientos.
Te sometes a Dios para vivir una vida de fe.
Sin importar los riesgos te detienes a ayudar a tu
prójimo que necesita de ti.
Te arrepientes sinceramente, reconoces tu maldad y pides perdón a Dios.
Decides abandonar todo lo que ofende a Dios.
Tienes pureza de intención
Rechazas todo acto de maldad hacia tu prójimo.
Cuando le haces justicia a un inocente desamparado.
Con firmeza denunciar el
mal.
Cuando luchas por la verdad en un mundo de mentira.
Te cierras a lo exterior para poder escuchar la voz
de Dios.
Ofreces sacrificio de alabanza y cuentas alegremente
sus maravillas.
Lo adoras y reconoces su poder.
Cumples los mandamientos y haces lo que es justo.
Eres bondadoso y compasivo ante el necesitado.
Amas a tus enemigos y oras por ellos.
Obedeces a Dios antes que a los hombres.
Estas disponibles para el
cumplimiento de los planes de Dios en tu vida.
Tienes el corazón y la mano abierta para dar con humildad, generosidad y amor
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